Me sentía cansada, estoy cursando el primer año medio, es un poco difícil, porque el colegio era rural, todo era más personal, por lo que es muy diferente en un liceo del área urbana, acá son mas indiferentes, cuando llegué al colegio a cuarto año básico, no sabía leer ni escribir, ya que en donde cursé los primeros años de estudio no se preocuparon por mí, la profesora se preguntaba cómo había conseguido llegar hasta el cuarto año básico sin tener los conocimientos elementales. Ya eran casi las diez de la noche, por lo que terminé las tareas para las clases del siguiente día y me acosté para dormir.
Estaba muy emocionada, pronto comenzaría mi etapa de transición, en donde debo iniciar un viaje para conocerme y descubrir la magia que las estrellas me deparaban. Según la tradición en mi planeta, todos recibíamos nuestros poderes al iniciar la etapa de adulto, los cuales debían ser descubiertos durante un viaje que debíamos hacer durante el ciclo de la luna en que nacimos, yo nací bajo la luna de oriente, por lo tanto me quedaban tres días para preparar lo necesario y comenzar mi viaje.
Mientras estaba en el balcón de mi dormitorio, admiraba mi pueblo, las casas similares a la de mi familia, las que eran dos torres tipo campanario, separadas por una construcción baja; estas viviendas tenían siglos de edad, como eran de piedra, soportaron el paso del tiempo, los soles iluminaban sus techos y costados, el dorado de los arboles recién florecidos y el brillo de las baldosas de la calle central relucían haciendo realzar la belleza de ese atardecer. Tenía el miedo de todos a mi edad, el temor de que llegara un antónimo, es decir, un ser de la constelación de piscis, lo que provocaría un problema, ya que de ser así, yo debería pelear por mi derecho a la magia, ya que corría el riesgo que perder y pasar a ser una usane, seres que no consiguieron sus poderes y tienen una corta vida, ya que ni siquiera pueden tener hijos, porque al no tener su magia, no terminan su desarrollo, y mueren.
Desperté animada, por lo que me arreglé rápido para salir rumbo al liceo, faltaban diez para las siete, tenía casi media hora para desayunar y correr al paradero a tomar el bus de siete y quince, sonreí al recordar el sueño, me gustaba dormir, ya que hacía varios años que tenia esos sueños, eran tan vividos, que parecía que viviera en ese lugar también.
La relación con mis compañeros de curso era un poco complicada, soy tan tímida, que a veces no hablaba con nadie durante toda la jornada de clases, incluido los recreos, al principio me quedaba leyendo en la sala, pero los inspectores, me comenzaron a sacar para que fuera renovado el aire del salón antes de la siguiente clase. Cuando no leía, me gustaba recordar mis sueños sentada en un banco bajo un gran árbol en el pequeño jardín que separaba a los de primaria con los de secundaria, no era muy concurrido ese sector, ya que las jóvenes de mi edad se dedicaban a compartir con los muchachos. Al sonar el timbre para ingresar a clases, en Artes Plásticas, la profesora pidió dibujar un ser de fantasía, lo que me hizo recordar que en uno de mis sueños me miré al espejo, decidí dibujar al personaje que vi, comencé por la miraba, eran ojos almendrados y oscuros, nariz respingada y pequeña, labios pequeños no muy gruesos, rostro pálido, una tiara dorada adornaba su frente, el cabello recogido en un moño como las odaliscas, su cabello gris oscuro caía desde el moño hasta la media espalda, semi ondulado; su vestimenta era parecida a los aristocráticos de la edad media, chaqueta burdeo elaborada con bordados y botones dorados, pantalón corto gris semi ajustado, medias grises, gruesas y botas grises, bajas hasta la media canilla. El dibujo me gustó tanto que lo puse en un marco y colgué en mi cuarto, antes de dormir miré el dibujo.
Miré mi atuendo para la fiesta de esa noche, estiré mi chaqueta burdeo, era mi favorita, me hacía lucir mayor, más adulta.
-Lisane, te esperan en el salón.- escuché a la criada avisarme.
-Estoy lista, ya bajo.- le respondí.
Al bajar rumbo al salón, vi corriendo a los iguales, Morane y Cosane, corrían rumbo al salón, al entrar estaban todos mis familiares, era la cena en donde celebraban mi viaje, me entregan consejos, regalos y cualquier cosa que me pueda servir para mi travesía, pero lo que me alegró más fue la llegada de Urane, es mi amor platónico, sólo espero regresar del viaje para decirle de mis sentimientos.
-Lisane, mi estrella naciente, me acompañas al balcón, necesito hablar contigo,- mi interior saltó y algo recorría mis extremidades, mientras caminábamos y yo sentía su mano en mi espalda, son sentamos mirando el reflejo de mi luna regente. Extendió la mano, en ella había una caja pequeña, me la entregó, cuando la abrí, saqué una gruesa cadena con un colgante en forma de cuadrado.
-Es hermoso,- le dije, mientras lo abrazaba.
-Debes colocar el cuadrado en tu palma,- lo hice – extiende el brazo hacia la luna – al recibir la luz comenzó a brillar y abrirse en capas, hasta que apareció una caja – en esta caja colocarás todos los regalos recibidos esta noches y lo que reúnas durante la travesía, se replegará cada vez que lo pidas, nadie más podrá hacerlo, sólo es vulnerable las noches de luna de oriente, porque la acabas de sellar en ese período, todos recibimos una - me mostró una cadena y colgante similar que tenía en su cuello.
-Muchas gracias, me siento cansada, deberé ir a dormir, me encantó el obsequio – me colgué la cadena, saludé a todos y caminé a mi dormitorio.
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